Testimonio Neuropatía de Baxter y Acortamiento de Gemelos desde. Mamani

Me siento feliz y bendecida cuando miro atrás. Muchas personas fueron parte de esto y estoy muy agradecida por todo, porque esta experiencia fue dolorosa, pero la sensación de saber que ya terminó vale más que el dolor. Siento que fue una odisea, pero con un gran final. 

Mi nombre es Patricia, actualmente tengo 22 años y soy de Perú.  Hace poco más de un año todo era normal con mis pies, me gustaba ejercitarme, trabajaba y también estudiaba. Un día, después de una semana haciendo mis actividades con normalidad, empecé a sentir un dolor en la zona tibial de mis piernas. Pensé que se pasaría durante el día, pero no fue así. El dolor continuaba por lo que acudí a un médico que me dio pastillas diciendo que el dolor se pasaría. Pero no fue así.

Testimonio Mónica Fascitis plantar y síndrome del Túnel del Tarso

Dejé de trabajar, y me costaba mucho mantenerme de pie durante mis clases. Así pasaron 2 meses. Acudí a varios doctores más. El tratamiento siempre era el mismo: pastillas para el dolor, inyecciones, hielo en mis piernas, masajes,  incluso llegaron a enyesarme la pierna. El diagnóstico de este último doctor fue Periostitis Tibial.

Al del dolor de ambas piernas, se agregó un nuevo e insoportable dolor en el talón de mis pies. Como fuertes pinchazos que me desesperaban y no me dejaban caminar. Era insoportable. Visité una clínica deportiva. Gasté mucho en terapias de rehabilitación, terapias con electrodos, plantillas… pues me diagnosticaron pie plano (diciendo que era la causa de mis males), medicamentos y más botellas de hielo (ya que hacia rodar mis pies sobre ellas).

Mis diagnósticos, fuera del pie plano, eran shin splint o periostitis tibial, y fascitis plantar. Me decían que tenía que ser paciente, que pronto pasaría. Algunos doctores incluso dudaban de lo que les decía, pensando que todo era un invento mío. Yo quería ser paciente, y me aferraba a cualquier esperanza de volver a hacer mis actividades normales de nuevo. Mejoraba un poco, pero pasaban pocos días y el dolor seguía, en un continuo vaivén. No tenía ánimo para seguir, muchas veces pensaba que estaría así toda mi vida y que se había terminado, mi juventud y todos los sueños que tenía.

Mi rodilla derecha también empezó a doler, y sentí que me estaba desmoronando. Casi a fin de año, luego de otra consulta en la clínica deportiva y muchas terapias, me dijeron lo mismo de siempre ‘tienes que ser paciente’ ‘ya va a pasar’. Entonces decidí que no me daría por vencida con esto.

Buscando en internet, encontré sobre muchas clínicas, pero una llamó mi atención: la clínica Avanfi, y el doctor Álvaro Iborra, con sus nuevos tratamientos usando cirugía ecoguiada. Luego de leer algunos testimonios en la página, empecé a convencerme de que esa era la alternativa que buscaba. No quería que pasara más tiempo, pues era consciente que cada segundo que pasaba era uno menos a mi favor. Sabía lo difícil que iba a ser: no tenía el dinero, no tenía nada seguro, pero lo primero que hice fue llamar a la clínica y separar una cita. Tenía mes y medio hasta la cita, por lo que me puse manos a la obra. Tomé ese tiempo para trabajar y juntar todo lo que pudiera y, con el apoyo de amigos, familia y muchas personas, logré ahorrar para llegar a la lejana España. Después de mucho tiempo tenía esperanza de mejorar, y mientras cruzaba el Atlántico, esperaba que todo valiera la pena. Ya en España me sentía ansiosa, anhelaba que llegara el día de la cita en la clínica, para poder al fin tener la solución a mis dolencias. Mientras tanto estuve en la casa de familiares que gracias a Dios tenía allí, y pude conocer un poco del hermoso país que es España.

Finalmente llegó el día de la cita y pude conocer a muchas personas maravillosas, inicialmente desde la puerta todo el personal fue muy atento conmigo, la secretaria y las enfermeras tuvieron un excelente trato hacia mí y mi madre.

El Dr. Álvaro Iborra, quien con mucha diligencia y calidez me atendió, me escuchó como hace mucho ningún doctor lo hacía. También tuve la oportunidad de conocer al Dr. Manuel Villanueva, otra persona maravillosa, quien se encargó de evaluar la rodilla que me dolía.

Tras de someterme a algunas pruebas, grande fue mi sorpresa al descubrir que los diagnósticos que me habían dado antes no eran del todo exactos. Yo no tenía fascitis plantar, lo cual explicaba porque las terapias que tome en Perú no funcionaban en mí. El motivo del dolor en la planta de mis pies y talones, era a causa de una patología de la que había escuchado, pero era menos común que la fascitis: Neuropatía de Baxter, o atrapamiento de la rama lateral del nervio plantar.

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Además de eso, tenía un acortamiento congénito de los músculos gemelos. Estos dos problemas habían generado el shin splint, y para que este remitiera, debíamos solucionar ambos mediante una cirugía.

El doctor Álvaro fue una gran ayuda en ese momento, e hizo posible que pudiera llevar a cabo ambas cirugías: la de descompresión del nervio y el alargamiento de gemelos. Me animó, y me ayudó de muchas maneras, fue una bendición en esos momentos en los que más necesitaba apoyo. La cirugía fue llevada a cabo por el Dr. Iborra y el Dr. Villanueva, y resultó un éxito.

A la par debo mencionar que, por el pie plano, debía confeccionarme unas plantillas nuevas ya que las que use en Perú no eran de mucha ayuda, aquí mencionare al Dr. Raúl Ramos de Podoactiva, excelente podólogo que con mucha calidez me evaluó y me explico que necesitaba unas plantillas personalizadas, las cuales debía usarlas constantemente. Pero aún no se terminaba, venía la recuperación. No fue una etapa sencilla pues estuve algunos días en silla de ruedas, y después empecé a caminar lentamente.

Estuve dos meses en España antes de regresar a mi país. Una semana antes de volver a Perú tuve la última consulta con el Dr. Iborra. Él durante todo el tiempo que duró mi recuperación fue muy atento, preguntándome constantemente como me sentía, si me dolía, si ya podía caminar mejor. Mi madre y yo le dimos las gracias ese día por todo lo que había hecho, no solo por ser un excelente profesional (y espero algún día poder ser como él, un excelente médico), sino por la calidad de persona que demostró ser, una persona que tiene mucho amor con sus pacientes y las familias de estos, con mucha sencillez y generosidad. Aún guardo la foto que tomamos ese día los 3, y la observo a menudo recordando que Dios puso un ángel en mi camino.

Han pasado 6 meses de la operación, y 4 desde que volví a Perú. Hace poco empecé a hacer ejercicio otra vez aunque poco a poco, además volví a trabajar, y ya puedo mantenerme parada durante mis clases de nuevo. Hace unos días recibí mensajes del doctor Iborra preguntando como seguía. Me siento feliz y bendecida cuando miro atrás y veo cuanto pasó para poder estar de pie sin dolor otra vez, estuve luchando con esto desde mayo del 2018, y en enero 2019 fue la cirugía, siento que fue una odisea pero con un gran final. Muchas personas fueron parte de esto y estoy muy agradecida por todo, porque esta experiencia fue dolorosa, pero la sensación de saber que ya terminó vale más que el dolor.

 

¡Sí valió la pena!.